A nosotros lo de la agencia de viajes nos dio vértigo desde el principio. Hubiéramos preferido otra cosa; pero eso lo deciden los Chang, no uno. Quizás sea por lo que le pasó a Hugo, el gato de Morante, un persa gigantesco color crema y ojazos azules. Los Chang giraron instrucciones de darle medio paquete, esa fue la expresión, “medio paquete para Morante”. Y cuando Morante abrió la puerta del apartamento no había nadie tocando al timbre, estaban dos cajas gemelas sobre el suelo, húmedas y medio calientes. Morante abrió la primera y encontró la mitad de Hugo, la parte de la cola y los cuartos traseros. Pero lo acabó de reconocer cuando del segundo paquete sacó la otra mitad de Hugo, lo reconoció por los ojos azules. Al día siguiente, tempranito, Morante pagó su deuda y para la tarde estaba flotando boca abajo en el Guaire. Pero no fueron los Chang, fue la soledad.
O tal vez sea por el frío que entra en los huesos en esos momentos en que escuchamos lo del boleto one way, una sola vía y sin retorno. Como le pasó al flaco Marcano, a Quiroguita, o a tantos colaboradores innombrables que decidieron abrirse un buen día, gente a la que despedimos una tarde desde la puerta del negocio con un hasta otra que resultó un hasta nunca. A otros, con más suerte –o quién sabe- les tocó “el pasaje abierto”, y después nos enterábamos de que estaban en terapia intensiva con una raja en el cuello o en el estómago, una cosa que casi los mata pero que milagrosamente no había tocado ninguna arteria ni ningún órgano vital. Luego uno se los encontraba en la calle revisando las bolsas de la basura, con la mirada clavada en el asfalto, una tristeza enorme parecida a la confusión y con una molestia en las carnes que no acababa de cicatrizar.
O puede ser por aquello de la Señora Irina, viuda de Andropov, lo de las maletas Louis Vuitton. Esa vez los Chang dijeron “mándenle el paquete del todo incluido”. A nosotros nos sonó a viaje a Punta Cana con boletos, hospedaje, bebidas, comidas, traslados y todos los impuestos. Despachamos las maletas a la dirección indicada en Moscú. Cuatro maletas de cuero nuevecitas, de la más grande al bolso de mano. Qué íbamos a saber nosotros lo que había adentro. Que en la más grandota iban las piernas y el tronco, que en la mediana los brazos y las vísceras, que en el neceser la cabeza y en el bolsito de maquillaje, bien acomodado entre algodones… bueno, ya eso lo saben.
Así que esta es la Agencia de viajes de los hermanos Chang. Donde se entra y no se sabe si se sale. O donde sales pero no sabes para dónde. O sí lo sabes pero no cuándo se vuelve o si se puede volver. Ni siquiera sabes si querrás volver.
José Urriola y Fedosy Santaella
Agentes de viaje
O tal vez sea por el frío que entra en los huesos en esos momentos en que escuchamos lo del boleto one way, una sola vía y sin retorno. Como le pasó al flaco Marcano, a Quiroguita, o a tantos colaboradores innombrables que decidieron abrirse un buen día, gente a la que despedimos una tarde desde la puerta del negocio con un hasta otra que resultó un hasta nunca. A otros, con más suerte –o quién sabe- les tocó “el pasaje abierto”, y después nos enterábamos de que estaban en terapia intensiva con una raja en el cuello o en el estómago, una cosa que casi los mata pero que milagrosamente no había tocado ninguna arteria ni ningún órgano vital. Luego uno se los encontraba en la calle revisando las bolsas de la basura, con la mirada clavada en el asfalto, una tristeza enorme parecida a la confusión y con una molestia en las carnes que no acababa de cicatrizar.
O puede ser por aquello de la Señora Irina, viuda de Andropov, lo de las maletas Louis Vuitton. Esa vez los Chang dijeron “mándenle el paquete del todo incluido”. A nosotros nos sonó a viaje a Punta Cana con boletos, hospedaje, bebidas, comidas, traslados y todos los impuestos. Despachamos las maletas a la dirección indicada en Moscú. Cuatro maletas de cuero nuevecitas, de la más grande al bolso de mano. Qué íbamos a saber nosotros lo que había adentro. Que en la más grandota iban las piernas y el tronco, que en la mediana los brazos y las vísceras, que en el neceser la cabeza y en el bolsito de maquillaje, bien acomodado entre algodones… bueno, ya eso lo saben.
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José Urriola y Fedosy Santaella
Agentes de viaje
6 comentarios:
el mejor de los viajes es el del ascesor mágico: aquel en donde entrsn dos y salen tres...
salud y contraceptivos de vez en cuando hmnos chang!!!
J
Señores los he postulado al premio de Blogs que se llama Thinking Blogger Award. Si lo desean deben colocar el botón del premio en tu Blog, y postular a 5 otros Blogs
MUCHAS GRACIAS IERL
Interesante forma de escribir. Felicitaciones!
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tienes la vena literaria, pero esta Agencia de viajes existió alguna vez?
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