lunes, 17 de septiembre de 2007

Aterrizaje en la A de Maceita

Yoyiana Ahumada Licea




Aquella mañana la despertaron más temprano que nunca. Ese día jueves, por cierto, a las 5:30 sonó la diana que la puso en pie:

-Mi reiñiña, te me vas a quedar ahí flojita. ¿Qué quieres que te barran las meigas? -. Quien así hablaba era la Nana, una gallega cuya lengua se negó a machucar el español y con quien hubo que aprender un código nuevo. En casa se habló primero el lenguaje de Galicia que el de Castilla.

Evidentemente, había que planchar el blujin. Le apretaba ahí, justo en esa barriga que todavía acompañaba sus primeros pasos hacia una precoz mujerez. 13 años, en un cuerpo de 16 y una cabecita de 10.

Una rápida mirada dio cuenta del aditamento que faltaba: la pañoleta ¿Dónde la había dejado? Habla la Nana:

-Pues las meigas no se la llevaron, mi reiñiña, debes haberla perdido.

-No, no la pañoleta no, hoy es la iniciación, hoy por fin completo la palabra, y entonces me imponen el sellito en la franela blanca.

-No reiñiña, blanca nada, es que la metí con otros colores y ya ves se quedó así como color mierda. -Señor Lenin que estás en los cielos, si es que alguna vez encontraron sus restos. ¿Qué hace la pobre muchachita? Auxilio, sino lleva la franela blanca no puede completar la palabra, y sino, no hay campamento, ni juramento, ni ofrenda floral.

-Busca Nana, busca…

La desesperación aumenta.

Se va a hacer tarde, el pantalón encogido, más barriguita que tela, pero ese es el pantalón del campamento. Aunque ya se le desborde el cuerpo y la franela, esa ahora color mierda, tampoco la ayudan a esconder la infancia que se empeña en retener.

-Aquí reiñiña, aquí está.

Objeto del deseo, por fin, demasiado grande, cuelga hasta las rodillas, tapa el blujin apretado, encogido por el uso y la secadora. Menos mal que cuando estén todos reunidos en la ceremonia, podrá soltarlo y dejar que la barriguita se acomode.

-Ajá reiñiña, acá los zapatiños, como les dice tu madre tan graciosa, los tennis.

Lista, ya el pelo está en orden: le hacen las dos colitas, que la dejan china y casi no puede reírse, pero total la risa no hace falta, es enemiga de la solemnidad de la reunión que en pocas horas la espera y que no la acompaña mientras se empuja el café con leche y se dibuja unos bigotes de gato que con cariño le seca la frondosa gallega.

-A ver mi reiñiña, como es que vas a decir.

Emocionada, la niña toma aire para soltar su frase, pero la madre se la arrebata entrando desde el fondo de la casa. Con una vez suave espeta:

-Hasta la victoria siempre, Carmela.

-¿Mami me van a emular? -inquiere emocionada.

-No, mi amor. Vas a subir un nuevo peldaño para que continúes representando a los niños de las familias que salieron de Cuba por circunstancias, pero cuyo trabajo y solidaridad de lunes a domingo, les ha ganado ser llamados a ver ¿Gusañiños? -espeta la Nana en gallego Castro-Ruz, mientras termina de arreglarle la lonchera a la reiñiña.

-No, no, por tu vida Carmela, jamás, nosotros afuera de Cuba. Comemos cubano, bailamos cubano, y trabajamos por Cuba, y aunque no tenemos permiso para entrar ni para enterrar a nuestros muertos, la cubana es un compromiso, no es una elección. Y por eso entregamos los ahorros a la causa con un fervor revolucionario, sin descanso, sin recompensa.

-Ah ya sé, mami, nosotros somos lo que viene después de los gusanos, o sea los animalitos que maduran, y salen del capullo, las mariposas.

-Algo así mi amor -acomoda incómoda la madre su labial que se le ha corrido por el fragor de una conversa combatiente.

-Mami, entonces ¿a partir de hoy, yo no soy más Alina? Entonces, después de ser una vocal, digo la M, y luego la A, la C, la E, I, T y así por fin tengo las seis letras. Después de seis años, de viajar a Cuba todas las vacaciones y estarme calladita en la última fila y de llevar los apuntes, de no poder entrar a la sede del partido sino mirar por la ventana, de quedarme de pie sosteniendo la bandera, comer de última en el comedor, quedarme sin postre para dárselo a la compañera coordinadora, lavarle sus pañoletas y sus pantaletas. ¿De verdad soy una Maceita?

Pausa emotiva, que ninguna de las tres mujeres tiene como llenar.

-¿Y cuando voy a ser una Macea? Así grandota, de las que tienen misiones importantes en el mundo, las que llevan cartas, las que espían, mami, esas son las que me gustan.

-Cuando cumplas 18 te iniciarás en la Gran Brigada Internacional, Antonio Maceo. Ya te veo, reunida junto a los compañeros de Puerto Rico, México, Argentina, Estados Unidos, Canadá, España, en medio del salón del Comité Central del Partido Comunista, recibiendo tu franela azul, tu pañoleta azul, tu gorrita azul. En realidad, de la Juventud del Partido, donde estoy segura que destacarás y muy pronto te asignarán misiones acordes a tu inteligencia y tu preparación. Nana, un pañuelo, estoy muy emocionada con la iniciación de la niña -suelta lacrimógenamente la madre, a quien traiciona su origen de radionovela.

-¿Y es verdad que después de hoy, ya no regreso más a la casa y que cuando llegue a Cuba vamos a ir a otros campamentos junto a los dulces pioneritos que son los soldados de la revolución, junto a quienes izaremos la bandera todos los días a las 6 de la mañana?

-Sí mi amor, también es verdad que vas a tener que tender tu cama, preparar un acto, hacer ordenadamente tu cola para bañarte, para subirte a la guagua del campamento; seguro que te escogen para dar el discurso…

-¿Mami, te puedo hacer una pregunta?

La madre, intuye que viene humo y metralla, quiere cortar la cabeza del monstruo

-Estamos atrasadas, mi amor.

-Mami, ¿por qué a mis compañeros de clases no los llevan a Cuba? ¿Por que todos los años en vacaciones ellos van para Miami, a un sitio que se llama Disneyworld?

-Ellos no han despertado aún, ellos están tomados por una serpiente silenciosa que se mete en las camas de los niños y los hace tener pesadillas horribles con un ratón gigante que se llama Mickey Mouse.

-Uy mami, qué susto, menos mal que en Cuba no hay ratones, sino unos caimanes barbudos muy valientes. Bendición Nana.

-Adiós, mi reiñina, no dejes de traerme unos bolsitos de arena de playa Girón, mira que este año, les llevo regaliños a los parientes.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Maravilloso texto. Fina ironía. Delicioso dibujo de los personajes.

Desde La Barra dijo...

Divertid'isimo Y!!!

bsito

J