lunes, 17 de septiembre de 2007

El Madrid de los bigotes

Roberto Echeto



Luis era un señor normal y corriente, con camisa de señor normal y corriente, gafas de señor normal y corriente y pantalones (por encima del ombligo) de señor normal y corriente. Lo que lo diferenciaba del resto de los señores normales y corrientes que conozco era que regentaba una extraordinaria tienda en la calle Atocha de Madrid.

Llegué a Selina Casado, pelucas y postizos un día en que fui a desayunar a una panadería. Con sólo doblar por donde no habíamos doblado antes, llegamos ante la vitrina de un almacén donde se exhibían, sobre las cabezas impersonales de unos maniquís, una o dos docenas de pelucas de todas las formas, tamaños y colores: afros, rulos, bucles, melenas lisas, fantasías de colores, maravillas tipo Carlos III, largas pestañas, barbas y —¡oh apoteosis!— unos bigotes estelares.

Cuando vi tan fascinante mercancía, pensé que debía entrar de inmediato, pero la tienda aún se encontraba cerrada. Así que me fui con mis amigos a la panadería Peter Pan, a comerme un bocadillo de jamón serrano con dos enormes tazas de café con leche.

Después de terminar tan frugal desayuno, Fátima, Juan Carlos y yo regresamos a Selina Casado, pelucas y postizos. Luis, el señor normal y corriente, nos atendió con suma amabilidad. Al preguntarle por los bigotes, me dijo:
—Sólo me quedan éstos —y sacó dos paquetes del tamaño de una resma de papel, en los que se agrupaban los pequeños sobres de plástico que por dentro llevaban un trozo de cartulina blanca con las palabras «Moustache 100% human hair; Made in Korea» y un bigote cada uno.

Yo escogí dos: uno modelo M3 y color 320, y el otro también modelo M3, pero color 2. Para que lo sepan, el modelo M3 es exacto a los bigotes de Marcel Granier y la diferencia en el color estriba en que uno es canoso y el otro no.

Por si fuera poco, Luis me dijo que no podía llevarme el bigote sin el pegamento para poner en su sitio el mostacho antes de salir al escenario.

—Ud. se rasura bien, se aplica el mastic y después el bigote —me dijo con la tranquilidad y la sabiduría que brindan los años que tiene al frente de su proveeduría de postizos.

Después que le pagué, me puse a detallar su tienda. Era un espacio limpio y ordenado que no tenía atisbos de haber recibido el beso de la decadencia. Por todas partes, había cabezas de maniquíes cubiertas con la más delirante variedad de pelucas que yo hubiese visto en mi vida, fotografías de gente famosa, de gente normal y de drag queens, todos con sus creaciones cubriéndoles las molleras.

Luis debe haber notado mi perplejidad y la de mis amigos porque dijo:
—Nosotros tenemos esta tienda donde vendemos postizos al detal, pero nuestro verdadero negocio es el espectáculo, y comenzó a sacarnos varios álbumes de fotografías organizados según el tipo de pelucas… La sección clásica tenía imágenes tomadas en las funciones de Lope de Vega, Calderón, Zorrilla y en un sin fin de óperas y zarzuelas. En la sección contemporánea, había fotos del musical Cats, de A chorus line y del día del orgullo gay (en el que según Luis, se vendieron más pelucas que nunca).

—El último trabajo grande que hicimos fue para la producción de Madame Butterfly. Lo terminamos hace dos semanas.

—¿Y de dónde salen las greñas para hacer las pelucas? —Preguntó mi amiga Fátima.

—El pelo para las pelucas viene de Alemania y mi trabajo consiste en hacer las pelucas y peinarlas.

Casi nada. Esa pequeña conversación inspiró esta bella crónica en la que espero haber retratado un pequeño detalle de Madrid... De mi Madrid.

Y ahora, a esperar la ocasión para usar mis nuevos bigotes. No será para representar a Fernán Gómez, el Comendador de Fuenteovejuna, ni para disfrazarme de ascensorista, pero a alguien fastidiaré.


http://robertoecheto.blogspot.com/

6 comentarios:

JCZ dijo...

Excelente crónica, pero eso de adquirir un adminículo para guardarlo y esperar a que algún día se pueda fregar a alguien con él, es simplemente una maravilla.

Por eso es que dicen que: "El verdadero significado de la vida está en los detalles."

Saludos

Desde La Barra dijo...

q viaje al fondo del horror broder!!!

las pelucas son los felpudos del alma!!!

shot on sight, shot on sight!!!

Anónimo dijo...

Podríamos venderle al señor Luis el modelo criollo L5, copia exacta de los de Oscar de León.

Nicolás Melini dijo...

Querido Roberto, conozco la tienda. Cómo no. Tu crónica es exacta. Me recordó mucho la primera vez que entré. Un abrazo.

Anónimo dijo...

tanta mariquera junta me espanta
leonor

Unknown dijo...

Me ha parecido un post muy interesante, os dejos algunos enlaces que pueden ser de vuestro interés.

Un saludo,
Jose María.

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